Continuamos con la historia de "Jack y las habichuelas mágicas", que habíamos comenzado hace unos días y que hoy finalizaremos.
Recordamos que hay muchas versiones de "Jack..." por haber sido una historia transmitida de boca en boca durante mucho tiempo.
Te invitamos a escuchar el final de este relato y si quieres también, tienes el texto para seguir su lectura con la mirada y también puedes practicar leyendo por tu cuenta.
“Jack y las habichuelas mágicas”
(segunda parte)
En la puerta volvió a encontrar a la mujer. Jack le preguntó si el ogro estaba allí.
La mujer respondió: −Márchate, muchacho, mi esposo está por llegar.
Jack preguntó si podía darle antes algo para comer. La ogra le sirvió pan y un tazón de leche. Mientras Jack comía, sintió que el piso temblaba y se escondió en el horno. Cuando llegó, el ogro se sentó a devorar su comida. Pero olió el aire y exclamó: −Creo que huelo a niño. ¿No tendrás uno bien tierno para comerlo?
La mujer le explicó: −Hueles al niño que comiste anoche pues no he podido limpiar el horno.
Después, el ogro se echó a dormir. Jack fue en puntas de pie hasta la sala de los tesoros. Atrapó al ganso y corrió hacia la planta de habichuelas. Bajó rama por rama como si fuesen los peldaños de una escalera.
En la casa lo esperaba su madre. −¡Qué ganso maravilloso! -exclamó al saber que el animal ponía huevos de oro. Desde ese momento, Jack y su madre vivieron sin preocupaciones. Pero el muchacho quería volver al castillo para llevarse el arpa mágica. De modo que un día se levantó temprano y subió por la planta de habichuelas rama por rama como si fuesen los peldaños de una escalera.
En el castillo, encontró a la mujer que lo miraba sorprendida. Jack preguntó si el ogro estaba allí y ella respondió: −Mejor que te marches, muchacho. Él está por llegar.
Jack, como siempre, le pidió algo para comer. La mujer le ofreció pan y un tazón de leche. Jack saboreaba la comida cuando sintió que el piso temblaba y se escondió en el horno por tercera vez.
El ogro llegó y se sentó a devorar su comida. Pero olió el aire y exclamó: −Creo que huelo a niño. ¿No tendrás uno bien tierno para comerlo?
La mujer le explicó: −Hueles al niño que comiste anoche pues no he podido limpiar el horno.
Después de comer, el hombre trajo su arpa, la puso junto a su cama y le ordenó:
−¡Canta!
El arpa mágica hizo sonar sus cuerdas y el ogro se durmió con el sonido de la música. Jack salió del horno y en puntas de pie se acercó. Tomó el arpa sin hacer ruido y salió del castillo. Pero el arpa comenzó a gritar: −¡Despiértate, ogro! ¡Ogro, me roban!
El ogro se puso de pie pero estaba tan adormecido que no entendía bien qué ocurría. Jack empezó a bajar por el tronco, rama por rama como si fuesen los peldaños de una escalera.
De pronto, la planta de habichuelas se sacudió terriblemente. El ogro bajaba también. Desde una rama, Jack gritó: −¡Madre, prepárame el hacha!
Apenas tocó con sus pies el piso, se puso a hachar el tronco por el que el ogro se acercaba. Jack golpeaba cada vez con más fuerza. Por fin, el tallo se partió en dos y la planta mágica se inclinó hacia la tierra. El ogro cayó con gran estruendo y su cuerpo se hundió en un pozo sin fondo en medio del jardín.
Jack no tuvo más noticias de él. Desde entonces, el muchacho se divierte con el arpa y él y su madre obtienen con los huevos de oro lo necesario para vivir.
FIN DE LA HISTORIA
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